Tuesday, October 30, 2012

Ulm, Nördlingen, Nürnberg, DE. Adentrándome en territorio bárbaro.

Adentrándome en territorio bárbaro, o así llamaban los romanos a la zona existente más allá de las fronteras del Imperio. Territorios de un antiguo Imperio Romano del que acabo de salir al cruzar el río Danubio (Donau, en alemán) hacia el norte. El paisaje es variopinto. Mares de colinas poblados por frondosos bosques caducifolios y coníferas serpentean por el horizonte, alternados con grandes llanuras donde el antiguo bosque ha sido roturado y el terreno está preparado para el cultivo. Tierras loésicas fértiles en las que se abren multitud de ciudades y pueblos, a los pies de grandes ríos y pequeños afluentes. Esto es Alemania. Bonito lugar, y menos destartalado que Italia, donde apenas hay territorios vírgenes y sólo se ve urbanismo y más urbanismo. Aquí, al menos, si te sales de la autopista, puedes circular 5 o 6 kilómetros sin ver un sólo pueblo, y sentirte perdido en el bosque o la llanura. Paz.

El día de ayer comenzó con todo el campo nevado, pero a medida que fueran transcurriendo las horas y el mercurio subió la nieve fue fundiéndose lentamente, e incluso por la tarde salíó el sol. Al volante de mi coche, y oteando el paisaje descrito en el párrafo anterior, no me era difícil imaginar a legiones romanas perpetrando expediciones de castigo más allá del Donau sobre regiones habitadas por tribus germanas. O comerciantes y mercaderes surcando los caminos a mitad del XIII, con la explosión del mundo urbano, que tuvo una especial repercusión en territorio alemán. O a los invencibles tercios españoles combatiendo a protestantes durante los siglos XVI y XVII. O a Napoléon, yendo al encuentro de prusianos y austríacos. En fin, mucha historia, y muchas sensaciones. Uno de los grandes motivos por los que quería hacer este viaje en coche. Porque qué cantidad de cosas te pierdes viajando en avión. El mundo es algo más que ciudades. Urbs y agger, ciudad y campo, como decían los romanos, inseparables. Para mí lo es también, y debido a esta particular filosofía las sensaciones se multiplican.

Tras dejar a mis padres en Memmingen, tomé dirección norte hasta la ciudad de Ulm, situada a orillas del río Donau. El otro día en Salzburg, la compañera de Paola (Alex), que es de esta ciudad, me comentó que su catedral posee la espira (torre puntiaguda) gótica más alta de Europa, así que ya que me cogía de paso sentí curiosidad por visitarla. Nada, una paradita de una hora y media, lo justo para darme un paseo por la plaza de la catedral y contemplarla por fuera y por dentro, perderme un poco por su entramado antiguo (ampliamente reconstruido tras la Segunda Guerra Mundial, como buena ciudad alemana medio grande), visitar los restos de la muralla medieval y contemplar el río Donau, que a 200 km de su nacimiento no lleva apenas caudal ni tiene la anchura que adquiere cientos de kilómetros río abajo. De todas formas, me ha llamado mucho la atención el Rathaus (antiguo ayuntamiento), un edificio gótico tardío de los siglos XV-XVI precioso con estupendas pinturas medievales y espléndidamente decorado. También tengo que decir que aunque la catedral gótica es muy bella (me da cierto aire a las grandes catedrales francesas, llenas de arbotantes, contrafuertes y gárgolas, entre otros elementos típicos de este arte), la espira me ha decepcionado un poco, porque es cierto que es impresionantemente alta (161 metros), pero también es cierto que los dos últimos cuerpos, osea la mitad de su altura, son de estilo neogótico y le fueron añadidos en el siglo XIX. Vaya fake. Bonito, pero para mí pierde parte del encanto del asunto.

Münsterplatz, Ulm

Stadths. Münster (Catedral), Ulm

Espira de la catedral, Ulm

Gänsturm (puerta de entrada a la ciudad), Ulm

Metzgerturm (puerta de entrada a la ciudad). Ulm

Rathaus, vista frontal, Ulm

Rathaus, vista lateral y catedral al fondo, Ulm

Río Donau a su paso por la ciudad, Ulm


Tras Ulm, unos kilómetros al noreste se abre la ciudad Nördlingen, donde me detuve hasta al atardecer. Nördlingen tenía claro que era una de las paradas obligatorias de mi viaje, porque en los campos de los alrededores se libró una de las grandes batallas de la Guerra de los Treinta años, en el siglo XVII, cuando los tercios españoles inflingieron una severa derrota al ejército sueco y a una coalición de protestantes alemanes. Una de las grandes últimas victorias españolas en Europa en la época más esplendorosa de nuestra historia, cuando éramos temidos por todos y al grito de ¡Santiago, cierra España! nuestros adversarios se echaban a temblar. Eran otros tiempos. No como ahora, que somos el hazmerreír de nuestros vecinos. Mejor me callo, que si me tiro de la lengua no paro.

De todas formas, Nördlingen es, hasta la fecha, una de las grandes sorpresas del viaje. La ciudad se abre en una llanura de varios kilómetros cuadrados, salpicada de fértiles campos y rodeada por doquier por un enjambre de colinas arboladas que definen los límites del horizonte. Excelente lugar para librar una batalla, por cierto. Por otro lado, es una de las pocas ciudades de Alemania que conserva prácticamente intacto su perímetro amurallado medieval, que aunque fue reformado durante los siglos XVI y XVII, no ha perdido un ápice de su encanto. Las antiguas puertas de la ciudad se mantienen todavía en pie y permanecen al acecho de turistas, como antaño lo hacían sobre los tercios españoles. Pero si el exterior es impresionante por este hecho, no lo es menos el interior del casco histórico. Debido a su nula importancia en época contemporánea, se preserva una Catedral tardogótica preciosa y multitud de casas de los siglos XV, XVI y XVII de estilo típico rural alemán, con vigas de madera que se entrecruzan en fachadas pintadas de vivos colores, coronadas por asombrosos tejados a dos aguas. Guau. Así es como debían ser buena parte de las ciudades alemanas antes de la Segunda Guerra Mundial. Una auténtica pena esto último, pero al menos quedan joyas como Nördligen.

Casa típica, Nördlingen

Casas típicas, y torre de la catedral al fondo, Nördlingen

Casas típicas, Nördlingen

Casa típica, Nördlingen

Antiguo Rathaus (ayuntamiento), Nördlingen

Casas típicas, Nördlingen

Casa típica, Nördlingen

Casa típica, Nördlingen

Calle típica, Nördlingen

Marktplatz, Nördlingen

Catedral, Nördlingen

Reimlinger Tor, Nördlingen

Berger Tor, Nördlingen

Deininger Tor, Nördlingen

Torre con tejado puntiagudo y muralla, Nördlingen

Torre de la muralla, Nördlingen

Torre con aspilleras y matacanes, Nördlingen

Llanura al norte de la ciudad, Nördlingen

Tras este agotador periplo, una hora y media más de coche hasta llegar a Nürnberg, donde me encuentro en la actualidad. Pero esto ya es tema de otro post. ¡Feliz martes!

4 comments:

  1. He mirado tus anteriores posts y no he visto comentarios de Munich, excepto por lo del Allianz. Pasaste algún día ahí??

    ReplyDelete
  2. Qué va... Venía de Salzburg e iba camino de Augsburg, sólo pasé por la circunvalación de München, en coche, pero no me detuve en la ciudad :)

    ReplyDelete
  3. El tiempo es finito y Europa es muy grande!

    ReplyDelete