¡Buenas y alpinas tardes!
Ya era hora de dejar Bologna. Han sido dos semanas duras, pero reconfortantes. Sarna con gusto no pica, como dice el refrán. Pero bueno, toca continuar el viaje. Rumbo al norte. Siento que el otoño se me va a acabar pronto, porque en cuanto cruce los Alpes las temperaturas se van a desplomar y el clima va a cambiar de sopetón. De momento, sin embargo, aquí en Trento estamos teniendo una suerte loca. Veinte grados y un sol radiante durante el día, aunque por la noche baja por debajo de los diez grados. Casi nada, como Cádiz un día de Enero.
Trento está situada a los pies de los Alpes Dolomitas, en uno de los caminos históricos que comunican el norte de la península itálica con las llanuras loésicas centroeuropeas (para los amigos, el sur y centro de Alemania y buena parte de Polonia). Una vez abandonada la llanura padana, hay que internarse unos 50 km al norte por el valle del río Adige (afluente del Po) para llegar a la ciudad. Los Alpes se acercan, pero de momento sólo se intuyen. Las montañas de los alrededores del valle apenas alcanzan los 1000 metros de altura, y geológicamente abundan las calizas blancas y rosáceas, en lugar del granito propio de macizos montaños jóvenes como el alpino. El bosque del piso inferior del valle de momento es caducifolio, señal de que todavía no hemos subido mucho, aunque a media altura ya se aprecian coníferas y, en la lejanía, algunas cumbres incipientemente nevadas. El invierno se acerca, pero aún no.
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Vista de la ciudad y valle del Adige hacia el Sur, Trento |
¿Pero por qué parar en Trento? Realmente hacía años que tenía intereés en venir a esta ciudad, que fue sede de un famoso concilio celebrado por la Iglesia Católica a mediados del Siglo XVI para definir medidas con las que combatir los nuevos credos cristianos religiosos imperantes en Europa (luteranismo, calvinismo, etc). Vamos, que la ciudad es germen de la Contrarreforma, que recrudeció la ortodoxia católica hasta unos niveles que no volverían a relajarse hasta bien entrada la época romántica, en el XIX. Interesante. En fin, que si no aprovechaba para venir ahora y visitarla, que voy camino de Austria y en coche, rara vez iba a tener ocasión de hacerlo, pues queda relativamente lejos de cualquier ciudad europea importante con aeropuerto internacional. A pesar de que no venía con muchas expectativas, la impresión ha sido muy grata, por lo que me alegro de haberme detenido en este lugar.
Tridentum (Trento) fue fundada en el siglo I A.C. por los romanos, en un territorio que pertenecía el pueblo de los rhetios. Del pasado romano de la ciudad apenas se conservan restos, salvo unos cuantos capiteles y columnas desperdigados o embebidos en diferentes edificios de la ciudad, y unos trozos inconexos de cardos que se conservan en el interior de edificaciones modernas o contemporáneas. Por otro lado, desde mediados del siglo XI la ciudad comenzó una época de relativo crecimiento que la llevó a ser uno de los mercados más emergentes de los Alpes, y un par de siglos más tarde era la sede episcopal más importante de la región. De esta época sí que se conservan restos, sobre todo algunos lienzos y un par de torres principales del recinto amurallado, así como una de las puertas de la ciudad. Pero, sobre todo, un magnífico Duomo románico con elementos protogóticos, propio de finales del XII y la primera mitad del XIII, donde ya se empiezan a intuir formar arquitéctonicas que recuerdan más al arte centroeuropeo que al propio de la península itálica. También es destacable el Palazzo del Pretorio, residencia del Obispo de la ciudad desde el siglo XIII. Sin embargo, lo más llamativo para mí ha sido un detalle escultórico situado en la parte exterior del ábside de la Catedral, consistente en una columna con forma de nudo llano (recordando mis viejos tiempos naúticos por la Bahía de Cádiz), forma que hasta la fecha no lo había visto esculpida en ningún otro edificio religioso a lo largo y ancho de la vieja Europa.
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Vista frontal del Duomo, Trento |
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Piazza del Duomo: parte lateral del templo catedralicio y Palazzo del Pretorio, Trento |
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Torre del Palazzo del Pretorio, Trento |
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Parte exterior del ábside del Duomo. Interesante el detalle de loas columnas con forma de nudo, Trento |
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Tramo de muralla medieval, Trento |
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Torre Vanga, Trento |
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Torre Verde, Trento |
Otro de los monumentos más característicos de Trento es el Castello Buonconsiglio, un edificio que data entre el siglo XIII y el siglo XVI, caracterizado por tener una de las mejores colecciones de frescos góticos del mundo. Lástima que hoy lunes estuviera cerrado, así que me quedo con las ganas y con una buena excusa para volver a la ciudad. Sin embargo, es interesante observar los detalles arquitectónicos de la fortaleza, una edificación gótica convertida posteriormente en un suntuoso palacio renacentista que fue circunvalado por elementos abaluartados defensivos y decorativos de época moderna. Impresionante. Realmente, un edificio imponente y peculiar, que domina este tramo del valle del Adige y por supuesto la ciudad de Trento, que se extiende a sus pies.
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Parte posterior del Castello Buonconsiglio, Trento |
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Parte anterior del Castello Buonconsiglio, Trento |
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Puerta de entrada renacentista y torreón medieval del Castello Buonconsiglio, Trento |
Pero esto no acaba aquí. Si algo me ha llamado la atención de Trento es su patrimonio renacentista, con un conjunto de palacios de entre mediados del siglo XV y finales del XVI que es realmente sobresaliente. Además, el look and feel general de la ciudad le es contemporáneo. La intensificación del comercio europeo de finales de la Edad Media y principios del Renacimiento, la posición estratégica de la ciudad a caballo entre Italia y Alemania y la creciente fuerza del Obispado de la región posibilitaron unas edificaciones que por cantidad y calidad apenas se pueden vislumbrar en otra ciudad de Europa. De hecho, no es casualidad que los Príncipes de la Iglesia eligieran esta urbe a mediados del siglo XVI para celebrar el famoso Concilio de la Contrarreforma (que por cierto duró 18 años repartidos en varias fases), cuyos debates se llevaban a cabo principalmente en la Piazza del Duomo.
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Via San Vigilio, Trento |
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Palacio renacentista con decoración de frescos en la fachada, Trento |
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Palacio renacentista con decoración de frescos en la fachada, Trento |
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Palacio renacentista de sillares almohadillados, Trento |
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Calle del centro, Trento |
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Palacio renacentista con simulación de sillares almohadillados pintados, Trento |
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Cruce de esquinas y palacios renacentistas, Trento |
En fin, Trento es un bonito lugar para detenerse unas horas, deleitarse a dar una vuelta por sus calles y embriagarse de un notable patrimonio medieval y un insuperable conjunto renacentista. Y si se puede degustar un buen plato de polenta con funghi, ¡mejor que mejor!
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