Saturday, October 6, 2012

Parma, IT. De los Alpes a la llanura padana.


Buona sera!

Ya esta mañana he despedido mi amiga Serena en Induno Olona y tomado la autopista hacia el sur. Como había quedado con mi amigo Fernando (de Punta Umbría, pero al conozco de la Universidad de Sevilla) mañana domingo en Bologna, he decidido hacer una parada de un día en Parma, ciudad que coge de camino. Como sólo voy a estar un día, no he contactado con ningún couch hoster, así que he reservado una habitación en el Ostello della Gioventù de la ciudad y me he dicho, pues nada, a pasar un día en la ciudad del queso parmiggiano, Parmalat y la pasta Barilla en soledad. Un poco de turismo, una vueltecita y albergue prontito para descansar y empezar mañana a tope en Bologna. ¡Mis ganas! Ahora os cuento...

Antes que nada, decir que Parma es una ciudad situada en el margen derecho del río Po, en la llanura padana pero a pocos kilómetros de las primeras estribaciones apenínicas. De hecho, llegando a la ciudad por carretera las montañas comienzan a otearse a lo lejos. La verdad es que estoy teniendo una suerte loca con el clima esta primera semana, ya que ha hecho un sol radiante todos los días y sólo ayer un poco de nublado en Como, pero hoy en Parma ha hecho un día primaveral total, unos 25 grados y manga corta todo el día. Con un sol que quema. Y si no, que me lo digan a mí, que me veo la marca de las gafas de sol al mirarme al espejo. Europa? ¡Pero si parece que estoy en el Aljarafe!

Con respecto al patrimonio arquitectónico y artístico de la ciudad, absolutamente nada que objetar. Capital histórica del ducado de Parma, conserva algunos vestigios de época medieval (su catedral y baptisterio, románicos y en parte en transición al gótico, son impresionantes), pero no muchos comparados con otras ciudades italianas, quizás eclipsados por el esplendor que sufrió la urbe en época moderna, y que se refleja por los cuatro costados. Palacios impresionantes renacentistas y barrocos, donde destaca sobre todo el palacio ducal, iglesias recargadas propias del momento y un conjunto de calles más bien anchas que hacen inferir que la urbe sufrió cambios urbanos radicales en la época en cuestión. Pero no por ello Parma deja de ser monumental. Para nada. Aquí os dejo unas fotos.

Strada Garibaldi, Parma

Piazzale della Pace, Parma

Teatro Reggio, Parma

Piazza Garibaldi, Parma

Duomo, Parma

Battistero, Parma

Torrente Parma, Parma

Palazzo Ducale, Parma

Y ahora llega la parte graciosa del día. Resulta que visito el interior del Duomo (catedral). Son las tres y cuarto de la tarde y en el exterior el señor Lorenzo está dándolo todo. Así que digo, pues nada, entro y visito el Duomo, que se está fresquito, y así aprovecho. Doy la vuelta de honor, visito las capillas y me quedo un rato absorto observando las arcadas románicas del piso superior de la nave central. Hasta ahí todo normal. Pero veo un banco pegado a la columna, y digo, esta es la mía, así que me siento, apoyo la cabeza en la columna, echo para atrás la cabeza y cierro los ojos. Diez minutos, me digo a mí mismo, que los tengo merecidos. A rezar avemarías y credos, que yo soy muy piadoso y el entorno acompaña.

El sitio está casi en silencio, sólo roto por comentarios en italiano de guardas que llaman la atención a gente que habla por el móvil, padres que llaman a sus niños o la típica pareja de amigas que se cuenta sus cosas. Pero yo me entero de la mitad, claro, cosas del idioma. Y de repente, escucho una voz que se sobrepone a todas... ¡Quillo Paco, ven pacá! Y nada, abro los ojos, me pongo en pie y sigo con la mirada el origen de la voz. Y allí están, como no, un grupo de españoles que para variar doblan en decibelios al resto del personal.

Total, que los veo salir de la iglesia y me aproximo para darles el encuentro fuera. Lo siento, pero os he escuchado y no he podido evitar acercarme, ¡qué alegría escuchar el idioma de Cervantes por aquí! Y ellos se alegran de encontrarse también con paisanos, por lo que comenzamos a charlar. Cinco minutos, diez. Y ahora podemos ir a información y turismo, a pillar un mapa. Y luego podemos visitar este palacio. Y ahora vamos a ver el estadio del Parma, que no anda muy lejos. Total, como no podía ser de otra manera, me tiro las siguientes cinco horas con ellos pateando Parma y contándonos nuestras vidas. Es lo que tiene ser tímido, que cuesta conocer gente. Y encima si son un grupo de Erasmus de origen sevillano, cordobés y granadino, que estudian en Bologna pero que han venido a pasar el día a Parma.

Y para colmo, esta noche han quedado con amigos de amigos en Parma que hay no sé que fiesta Erasmus y se apuntan. Y claro, como no podía ser de otra manera estoy invitado. Hace falta no sé qué carnet de estudiante para entrar, me dicen. Y les digo, pues yo no tengo. Y me dice alguien, pero no te preocupes que conozco a no sé quién que trae carnet gratis para todos, que hay más gente que no tiene. Y encima conozco al de la barra, así que no preocuparse de las bebidas. Así que nada, yo tan triste me vuelvo para el albergue, que tengo que coger la llave de la habitación y darme una ducha, y con toda la pena del mundo voy a prepararme para irme de fiesta por Parma. Livin' la Erasmus loca, como cantaba Ricky Martin, o algo parecido.

Así que nada, vine a Parma solito pero he pasado un estupendo y agradable día en compañía. Y encima una fiestecilla, para rematarlo, ¡que ya hay ganas! A ver como se tuercen las cosas. Voy cerrando esto, que ya voy llegando tarde. ¡Y lo mejor de todo es que esto es un aperitivo de lo que espera en Bologna! El día fuerte para salir allí es el martes, me han dicho, y yo flipando. ¡Qué miedo!

¡Besos y abrazos!

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