Thursday, October 25, 2012

Innsbrück, AT. Degustando la capital del Tirol.


¡Buenos días!

Tras dos días en Innsbrück, sigue el cielo completamente encapotado y, si no fuera por la claridad imperante en las horas punteras del día, apenas se notaría la existencia del sol allende las nubes. Un manto gris plomizo lo cubre todo, y es una pena, ya que según algunas fotos que he visto la imagen de la ciudad enclavada en el valle rodeado de montañas puntiagudas es impresionante. Menos mal que por lo menos pude contemplar una panorámica de estas montañas al descender por el Brennerpass (paso del Brennero), que si no me quedaría sin verlas.

Porque hoy ya toca partir. Nuevo destino, nuevas cosas por descubrir, nuevos elementos para deleitar los sentidos. Porque viajar y empaparse de la arquitectura, el arte, el clima, la orografía y la etnografía de cada lugar es como degustar un buen guiso de fideos con almejas de mi abuela. Para chuparse los dedos. Orgásmico, como dirían otros. En fin, Serafín, arriando que es gerundio.


Vista de la ciudad desde una colina cercana, Innsbrück


Bosque roturado adecuado para la cría de ganado ovino, alrededores de Innsbrück


Alrededores de la ciudad, Innsbrück

Innsbrück se encuentra en un valle alpino rodeado de montañas que sobrepasan los 2500 metros del altura. Teniendo en cuenta que la ciudad se encuentra a unos 570 metros sobre el nivel del mar, el gradiente orográfico hace del entorno un lugar realmente bello por contemplar, aunque solo sea por el contraste de altura. El fondo del valle, de unos 2 kilómetros de anchura media y llano en su mayor parte, está completamente urbanizado, pero tras él comienzas unas colinas que finalizan en unos prados amesetados que se encuentran a unos 300 metros por encima de la altura media de la urbe, tras los que comienzan las montañas alpinas. El típico valle glaciar de forma escalonada excavado por miles de años de acción de una pretérita lengua de hielo. Sin embargo, hoy la vista es bien distinta. Multitud de bosques de coníferas y algunos caducifolios salpican los alrededores, donde se abren algunos claros roturados para la cría de ganada ovino y porcino.

Dom St. Jakob (Catedral), Innsbrück

Stadturm (torre de la ciudad), siglos XV - XVI, Innsbrück

Altes Rathaus (Antiguo ayuntamiento), siglo XIV, Innsbrück

Goldenes Dachl (Tejadillo de Oro), Innsbrück

Calle de la ciudad antigua, Innsbrück

Como buena ciudad austríaca de primer orden, el esplendor arquitectónico se produce durante los siglos XVIII y XIX, época de apogeo del Imperio Austrohúngaro y por tanto de desarrollo urbanístico. A un extremo de la ciudad antigua se abre la Marktplatz, rodeada de edificios imponentes y monumentales y, tras ellas, un ensanche que le es contemporáneo salpicado de edificaciones impresionantes, sobrias pero de fuerte carácter, típicas del arte imperial. Destaca, en el extremo sur, un Arco del Triunfo del siglo XVIII que fue mandado construir por la emperatriz María Teresa para celebrar la boda de su hijo. En general, una bonita zona de la ciudad para detenerse a observar sus amplias avenidas, bellos edificios, espaciosas iglesias e innumerables cafés al estilo vienés, que para eso estamos en Austria.

Edificio de corte imperial, siglos XVIII - XIX, Innsbrück

Edificio de carácter imperial, siglos XVIII - XIX, Innsbrück

Marktplatz, Innsbrück

Edificio de corte imperial, siglos XVIII - XIX, Innsbrück

Edificios de corte imperial, siglos XVIII - XIX, Innsbrück

Edificio de corte imperial, siglos XVIII - XIX, Innsbrück

Arco del Triunfo, siglo XVIII, Innsbrück

Maria Theresienstrasse, principal arteria de la ciudad imperial, Innsbrück

Pero si hay un edificio de esta época que destaca sobre el resto es el Hofburg (Palacio Imperial), residencia de los emperadores austrohúngaros durante su estancia en la ciudad. Comenzado a construir en el siglo XVIII, se sitúa a espaldas de la ciudad antigua, muy cerca de la catedral, y es de unas dimensiones, sobriedad y solemnidad impresionantes. Se le da un aire al Palacio Imperial de Viena y al de Budapest, aunque un poco más modesto pero no por ello menos bello. Tras él se abren los antiguos jardines imperiales, hoy convertidos en uno de los mayores parques urbanos de Innsbrück.

Parte posterior del Hofburg, Innsbrück

Patio interno del Hofburg, Innsbrück

Detalle del escudo imperial austríaco (águila bicéfala) que corona el Hofburg, Innsbrück

Jardines imperiales, Innsbrück

Para finalizar, no quiero perder la ocasión de hablar del río Inn y su valle, que vertebran la región del Tirol e incluso dan nombre a la ciudad de Innsbrück (literalmente, significa Puente sobre el río Inn). El valle del Inn es, como he comentado anteriormente, un antiguo valle glaciar. Sin embargo, la peculiaridad de este valle es que no se abre como la mayoría de los valles alpinos, de norte a sur, si no que se recorta de oeste a este a lo largo de decenas de kilómetros, hasta que finalmente quiebra hacia el norte en busca del curso medio del Danubio. Innsbrück se sitúa más o menos a mitad del valle, en una zona llana sedimentaria extremadamente fértil a pesar del clima hemiboreal de la zona. La verdad es que la panorámica del río, enclavado en el valle y rodeado de bosques, o la vista que ofrece a su paso por la ciudad junto a los numerosos afluentes que le dan vida y fuerza, es realmente impresionante. Además es otoño, con lo que los árboles que rodean las riberas producen un mosaico de colores pardos, naranjas, tornasoles, rojos y rosas de una belleza sin igual. Para mí, que vengo de tierras donde prima el bosque mediterráneo y la sequedad es la nota predominante durante varios meses al año, la visión del entorno no deja de sorprenderme.

Río Inn, Innsbrück

Puente sobre el río Inn, Innsbrück

Casas de colores frente al río Inn, Innsbrück

Río Sill (afluente del Inn), Innsbrück

Siguiendo la tónica de los últimos días, tras dos noches toca reemprender la marcha, esta vez camino de Salzburgo, la ciudad de Mozart. ¡Feliz jueves!

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