¡Buenos días!
Han sido dos días intensos en Salzburg, la ciudad del compositor Mozart (donde el mundo le vio nacer y vivió buena parte de su vida) y de Red Bull (la empresa de bebida energética tiene su sede en la ciudad). Intensos no sólo porque esté con mis padres, si no porque mi antigua compañera de instituto Paola, de Cádiz, ahora vive en la ciudad y hemos quedado por la noche para conocer un poco la vida nocturna del lugar. ¡Muy interesante! Sobre todo ver cómo aquí en Austria no hay ley anti-tabaco en los pubs, y recordar viejos tiempos en los que al llegar a casa has de prenderle fuego a la ropa para quitarle el olor a tabaco. También muy interesante ver cómo se las gastan aquí. Cenar en casa, salir a las diez o así, ir a un pub y beber. Beber. Beber. Una cerveza, otra, otra. Sin parar. Hasta reventar, a las 3 o 4 de la mañana. Hasta que la cabeza no se pueda levantar de la mesa. ¿Para qué moverse? ¿Para qué levantarse? ¿Para qué intentar ir a un sitio a bailar un poco y menear el esqueleto? Qué va, eso no se destila por aquí. Aquí es llegar, sentarse y beber. Y beber. Sin ton ni son. Me resulta cuanto menos curioso. Menos mal que yo iba alternando con coca colas, ¡que si no no llego a casa! Imposible seguir el ritmo del personal, pero bueno, ¡ha sido divertido! También me han sorprendido los austriacos (y las austriacas), gente abierta y simpática, y muy dicharachera. ¡Grata sorpresa!
Con respecto a la ciudad, Salzburg es preciosa, situada a escasos minutos en coche de la frontera con Alemania y enclavada entre dos cerros en un valle del río alpino Salzach. La ciudad es patrimonio de la humanidad y conserva un casco histórico estupendo, repleto de edificios barrocos, neoclásicos y contemporáneos del siglo XIX, todo ello rodeado de frondosos bosques y verdes prados. Bucólico y pastorial, como diría Don Garcilaso.
Históricamente, la región ha sido siempre una zona rica y próspera, ya que en los alrededores se encuentran unas importantes minas de sal, cuya gestión y explotación han sido siempre una inagotable fuente de recursos para las élites locales. Durante toda la Edad Media y hasta la incorporación de Salzburg a la corona austrohúngara ya en época moderna, la ciudad estuvo regida por arzobispos-príncipes, muy al estilo de los Estados Pontificios Vaticanos. Poder terrenal y espiritual unios y enriquecidos de la mano. Qué raro, ¿o no?
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Vista del Aldstadt (casco histórico) desde la otra orilla del río, Salzburg |
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Vista de la ciudad desde el Hohensalzburg (castillo), Salzburg |
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Río Salzach a su paso por la ciudad, Salzburg |
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Río Salzach mirando hacia el sur, Salzburg |
Como he comentado, la ciudad se abre entre dos cerros salpicados de bosques por la que discurre el río Salzach. En la margen izquierda del río se encuentra la ciudad antigua (Altstadt), llena de edificios de los siglos XVII y XVIII con fachadas de vivos colores que son los que le dan acento y carácter a la ciudad. Se conservan algunos de época medieval, pero son los menos a raíz de un grave incendió que sufrió la urbe en época moderna, al igual que pasó en la ciudad de Londres. Los edificios son majestuosos, las iglesias rematadas de cúpulas de bronce o cobre imponentes, y sus interiores de estilo barroco o rococó sobrecogedores. Aparte, Salzburg es una ciudad universitaria y llena de vitalidad, con atestadas calles siempre llenas de gente y bonitos comercios de suntuosos escaparates.
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Calle del centro con casas bajo la montaña, Salzburg |
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Universitätsplatz, Salzburg |
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Getreidegasse (calle comercial principal), Salzburg |
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Geitredegasse, Salzburg |
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Casas del centro, Salzburg |
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Calle del centro con Rathaus (antiguo ayuntamiento) al fondo, Salzburg |
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Iglesia barroca, Salzburg |
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Torres barrocas, Salzburg |
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Franziskanerk, uno de los pocos edificios góticos preservados de la ciudad, Salzburg |
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Dom (catedral), Salzburg |
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Torres de la catedral, Salzburg |
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Edificio neoclásico de estilo imperial, Salzburg |
No quiero terminar el post sin hablar del Hohensalzburg, la fortaleza que corona la ciudad. Es uno de los castillos más grandes y mejor conservados de Europa, enclavado en lo alto del cerro que domina la ciudad antigua, y desde cuya cima se pueden contemplar los alrededores en decenas de kilómetros a la redonda, desde el valle del Salzach hasta los picos alpinos situados al sur.
Ya en época romana existía una torre vigía en lo alto del cerro, como ha demostrado la arqueología, pero no sería hasta el siglo XI cuando se construyera una primera defensa amurallada con un torreón principal. Posteriormente en el siglo XII le fueron añadidas dependencias y una bonita iglesia de la que apenas se conserva nada, ya que la fortaleza sufrió una reforma bastante importante durante los siglos XV, XVI y XVII que es la que le ha conferido su fisonomía actual. Realmente, merece la pena coger el funicular y subir al castillo, ya no sólo por contemplar las imponentes vistas, sino también por dejarse embriagar por el aroma de tiempos pretéritos.
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Vista del Hohensalzburg desde la ciudad, Salzburg |
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Torre del castillo, siglo XV, Salzburg |
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Torre del castillo, siglo XVI, Salzburg |
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Fachada sur del castillo, Salzburg |
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Patio interior del castillo, Salzburg |
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Dependencias y muralla del castillo, Salzburg |
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Exterior del edificio principal del castillo, Salzburg |
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Exterior de las dependencias principales del castillo, Salzburg |
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Mapa y evolución constructiva de la fortaleza, Salzburg |
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Dependencias interiores del castillo con puertas góticas, Salzburg |
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Decoración interior de las salas principescas del castillo, Salzburg |
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Recinto interior de la fortaleza, Salzburg |
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Detalle del exterior hacia la rampa de acceso de la fortaleza, Salzburg |
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Detalle exterior del castillo, Salzburg |
Y ahora, a tomar las de Villadiego camino de Alemania. Y la predicción meteorológica pronostica esta tarde baja gorda de temperaturas e incluso nieve. El invierno llega, tarde o temprano tenía que ser. ¡Veremos a ver si se cumple!
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