¡Buenas noches!
Vaya día más completo, y no falto de sobresaltos.
Voy por partes. He pasado la mañna en Arlés, donde he visitado por dentro los monumentos más representativos de la ciudad, después de la panorámica a pie de ayer: Iglesia y claustro de Saint Trophime; románico en transición al gótico con un pórtico que nada tiene que envidiar a Ripoll o Compostela; el criptopórtico del foro romano, bajo la plaza de la república; el teatro, mejor conservado de lo que parecía, y el anfiteatro, simplemente impresionante.
Al final el museo romano estaba cerrado (¡vaya puntería!), aunque abren mañana. Así que para aprovechar la tarde he seguido el consejo de mi amiga Caro (que sí, Caro, que voy a visitar Clermont, ¡pero en diciembre, a la vuelta del viaje!) y he pasado a ver la ciudad de Uzès, a unos 50 km de Arlés. Es una ciudad pequeñita, pero que conserva un interesante casco urbano medieval y de época moderna, rodeado todo su antiguo perímetro amurallado por bellos boulevards de estilo parisino. Sin duda, un lugar ideal para pasar un par de horas y tomar un cafelito :) No sé por qué, pero salvando las distancias me ha dado un aire a la villa de Pals (Empordà catalán).
Finalmente, como voy a ir a ver el museo romano de Arlés mañana y quiero que me quede tiempo de sobra para ver bien la ciudad de Nîmes, he visitado a la vuelta de Uzès el Pont du Gard, el famoso acueducto romano que está en los alrededores de dicha ciudad. Impresionante, merece la pena venir a Provenza sólo para contemplarlo; quizás no supera arquitectónicamente al de Tarragona, pero el entorno es mucho más bello, en un valle rodeado de colinas y acantilados calcáreos con abundante vegetación mediterránea.
Para finalizar, la anécdota del día. Llego con el coche a los alrededores del acueducto y veo una valla con un cartel que pone 18€ parking + entrada, por lo que ipso facto se me corta la respiración. Haber venido hasta aquí e irme sin verlo es inadmisible, y más siendo una de las cosas que sí o sí tenía que visitar en la región. Y pagar 18€ por ver un acueducto es también inadmisible, así que me digo a mí mismo, esto lo va a pagar un romano (nunca mejor dicho, dado el origen del monumento). De este modo me doy vuelta para atrás, aparco el coche a unos 800 m más o menos de la entrada (porque en el camino a la entrada no hay ni un sitio para dejar el coche ni siquiera en el arcén de la carretera, lo tienen bien pensado los francesitos), en el parking de un restaurante, y me encamino a pie hacia la entrada del monumento. Veo que sólo hay un guarda en puerta que da acceso al parking, y detrás de él un edificio grande a través del cual empieza un sendero que lleva al acueducto (que obviamente está en el valle, oculto a la vista desde la carretera y el parking). Así que hago la trece catorce y entre granjas, meadows y veredas mal desbrozadas pego un rodeo campo a través y me cuelo dentro del recinto del monumento. Una vez en el interior, me mezclo entre los cientos de turistas que había allí y que religiosamente habían pagado 8€ de entrada (más 10€ si llevaban coche). Y nada, a disfrutar de las vistas y con 18€ más en el bolsillo, que buenos son, con #mascaraqueespalda. Llevando bien alto el pabellón español. Y me da igual que esto no sea políticamente correcto. Pero 18€ por ver un acueducto es mucha tela, hasta para mí. Y olé.
Para rematar el epílogo, el susto del día. A la salida del Pont du Gard, vuelvo a meterme por el sendero que había encontrado para esquivar la entrada, pero esta vez me digo: voy a buscar un atajo que antes he dado mucha vuelta. Entonces me meto en un berenjenal horroroso porque había demasiados matorrales y consigo salir, aunque a costa de algún que otro arañazo. Total, nada, llego al coche. Al montarme veo que tengo la cremallera del bolsito abierta y la cámara no está. Y me quedo blanco. Así que vuelvo tras mis pasos y deshago 500 m de recorrido entre arbustos y espinas mirando por el suelo dónde se me ha podido caer la cámara, obviamente deteniéndome en los sitios de más difícil acceso porque es donde había más probabilidades de que se me hubiera desprendido. Un cuarto de hora. Media hora. Y yo dando vueltas, desgranándome la vista mirando al suelo por doquier, sudando, desesperado. Maldiciendo a mi suerte porque por ahorrarme 18€ me iba a tener que comprar una cámara nueva, y que menos que 200€ para fuera buenecita. Si es que nadie da a duros a cuatro pesetas, me repetía. Tendría que haber pagado. Pero pagar 18€ por ver un acueducto, ¿y encima a los frances? ¿Con lo reciente que está lo de Cádiz, hace 200 añitos sólo? "Ni mijita", como dicen en mi tierra, antes pierdo la cámara. Pero el tiempo pasa y pienso en desistir. Una vez, dos veces, tres veces. Si es casi imposible encontrar la cámara entre la maleza. Y venga a sudar, y venga a sudar. Y queda media hora de sol, me digo, que luego no salgo de aquí ni a voces. Y justo cuando iba a abandonar la veo allí, quietecita, entre unas hojas, junto a un árbol, con un brillo reluciente a la luz del ocaso que para mí valía más que un diamente de 800 quilates. Así que la recojo, le doy un beso, me la meto en el bolsillo (que no el bolsito) y me vuelvo para el coche. Y para casa, con mi cámara en el lomo y 18€ de más en la cartera. Feliz jornada, y encima me ha dado el solecito y he cogido tonito :)
Moraleja: 1) Más vale cerrar bien la cremallera cuando vas por mitad del campo. 2) Hay que inventar cámaras de foto con GPS incorporado y geolocalizables vía móvil (¿lo habrá patentado ya alguien). 3) La culpa de todo, obviamente, es de los frances por poner la entrada a 18€. Si el ticket hubiera costado algo razonable hubiera dejado mi coche en mi parking, pagado mi entrada y tan felices. Pero entonces la tarde no hubiese sido ni tan divertida ni tan emocionante.
Mañana más, pero mejor no porque es imposible (Gran Wyoming, El Intermedio). Bon soir!
Vaya día más completo, y no falto de sobresaltos.
Voy por partes. He pasado la mañna en Arlés, donde he visitado por dentro los monumentos más representativos de la ciudad, después de la panorámica a pie de ayer: Iglesia y claustro de Saint Trophime; románico en transición al gótico con un pórtico que nada tiene que envidiar a Ripoll o Compostela; el criptopórtico del foro romano, bajo la plaza de la república; el teatro, mejor conservado de lo que parecía, y el anfiteatro, simplemente impresionante.
Nave principal de la Eglise de Saint Trophime, Arlés |
Critopórticos subterráneos del foro, Arlés |
Interior del anfiteatro, Arlés |
Gradería y parte de la escena del teatro, Arlés |
Al final el museo romano estaba cerrado (¡vaya puntería!), aunque abren mañana. Así que para aprovechar la tarde he seguido el consejo de mi amiga Caro (que sí, Caro, que voy a visitar Clermont, ¡pero en diciembre, a la vuelta del viaje!) y he pasado a ver la ciudad de Uzès, a unos 50 km de Arlés. Es una ciudad pequeñita, pero que conserva un interesante casco urbano medieval y de época moderna, rodeado todo su antiguo perímetro amurallado por bellos boulevards de estilo parisino. Sin duda, un lugar ideal para pasar un par de horas y tomar un cafelito :) No sé por qué, pero salvando las distancias me ha dado un aire a la villa de Pals (Empordà catalán).
Place aux Herbes, Uzès |
Callejuela, Uzès |
Tour de l'Horloge y tour du Château Ducal, Uzès |
Finalmente, como voy a ir a ver el museo romano de Arlés mañana y quiero que me quede tiempo de sobra para ver bien la ciudad de Nîmes, he visitado a la vuelta de Uzès el Pont du Gard, el famoso acueducto romano que está en los alrededores de dicha ciudad. Impresionante, merece la pena venir a Provenza sólo para contemplarlo; quizás no supera arquitectónicamente al de Tarragona, pero el entorno es mucho más bello, en un valle rodeado de colinas y acantilados calcáreos con abundante vegetación mediterránea.
Pont du Gard, cara E |
Pont du Gard, cara O |
Para finalizar, la anécdota del día. Llego con el coche a los alrededores del acueducto y veo una valla con un cartel que pone 18€ parking + entrada, por lo que ipso facto se me corta la respiración. Haber venido hasta aquí e irme sin verlo es inadmisible, y más siendo una de las cosas que sí o sí tenía que visitar en la región. Y pagar 18€ por ver un acueducto es también inadmisible, así que me digo a mí mismo, esto lo va a pagar un romano (nunca mejor dicho, dado el origen del monumento). De este modo me doy vuelta para atrás, aparco el coche a unos 800 m más o menos de la entrada (porque en el camino a la entrada no hay ni un sitio para dejar el coche ni siquiera en el arcén de la carretera, lo tienen bien pensado los francesitos), en el parking de un restaurante, y me encamino a pie hacia la entrada del monumento. Veo que sólo hay un guarda en puerta que da acceso al parking, y detrás de él un edificio grande a través del cual empieza un sendero que lleva al acueducto (que obviamente está en el valle, oculto a la vista desde la carretera y el parking). Así que hago la trece catorce y entre granjas, meadows y veredas mal desbrozadas pego un rodeo campo a través y me cuelo dentro del recinto del monumento. Una vez en el interior, me mezclo entre los cientos de turistas que había allí y que religiosamente habían pagado 8€ de entrada (más 10€ si llevaban coche). Y nada, a disfrutar de las vistas y con 18€ más en el bolsillo, que buenos son, con #mascaraqueespalda. Llevando bien alto el pabellón español. Y me da igual que esto no sea políticamente correcto. Pero 18€ por ver un acueducto es mucha tela, hasta para mí. Y olé.
Para rematar el epílogo, el susto del día. A la salida del Pont du Gard, vuelvo a meterme por el sendero que había encontrado para esquivar la entrada, pero esta vez me digo: voy a buscar un atajo que antes he dado mucha vuelta. Entonces me meto en un berenjenal horroroso porque había demasiados matorrales y consigo salir, aunque a costa de algún que otro arañazo. Total, nada, llego al coche. Al montarme veo que tengo la cremallera del bolsito abierta y la cámara no está. Y me quedo blanco. Así que vuelvo tras mis pasos y deshago 500 m de recorrido entre arbustos y espinas mirando por el suelo dónde se me ha podido caer la cámara, obviamente deteniéndome en los sitios de más difícil acceso porque es donde había más probabilidades de que se me hubiera desprendido. Un cuarto de hora. Media hora. Y yo dando vueltas, desgranándome la vista mirando al suelo por doquier, sudando, desesperado. Maldiciendo a mi suerte porque por ahorrarme 18€ me iba a tener que comprar una cámara nueva, y que menos que 200€ para fuera buenecita. Si es que nadie da a duros a cuatro pesetas, me repetía. Tendría que haber pagado. Pero pagar 18€ por ver un acueducto, ¿y encima a los frances? ¿Con lo reciente que está lo de Cádiz, hace 200 añitos sólo? "Ni mijita", como dicen en mi tierra, antes pierdo la cámara. Pero el tiempo pasa y pienso en desistir. Una vez, dos veces, tres veces. Si es casi imposible encontrar la cámara entre la maleza. Y venga a sudar, y venga a sudar. Y queda media hora de sol, me digo, que luego no salgo de aquí ni a voces. Y justo cuando iba a abandonar la veo allí, quietecita, entre unas hojas, junto a un árbol, con un brillo reluciente a la luz del ocaso que para mí valía más que un diamente de 800 quilates. Así que la recojo, le doy un beso, me la meto en el bolsillo (que no el bolsito) y me vuelvo para el coche. Y para casa, con mi cámara en el lomo y 18€ de más en la cartera. Feliz jornada, y encima me ha dado el solecito y he cogido tonito :)
Moraleja: 1) Más vale cerrar bien la cremallera cuando vas por mitad del campo. 2) Hay que inventar cámaras de foto con GPS incorporado y geolocalizables vía móvil (¿lo habrá patentado ya alguien). 3) La culpa de todo, obviamente, es de los frances por poner la entrada a 18€. Si el ticket hubiera costado algo razonable hubiera dejado mi coche en mi parking, pagado mi entrada y tan felices. Pero entonces la tarde no hubiese sido ni tan divertida ni tan emocionante.
Mañana más, pero mejor no porque es imposible (Gran Wyoming, El Intermedio). Bon soir!
K bueno killo! nos tienes a todos enganchados...esto es mas adictivo que qqccmh
ReplyDeleteComo se nota tus pseudo-raíces catalanos tioo!! Por 18€ una caminata de cojones, una buena sudada... y otra vueltecita entre la maleza para buscar la cámara... Lo que no puede sé, no puede sé!! jajaja
ReplyDeleteJajaja no lo había pensado, pero por la cara jaja! De todas maneras son 3000 de las antiguas pesetas... chica broma eh!
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