Sunday, October 28, 2012

Augsburg, DE. Paseando bajo la nieve junto a los Függer.

No ha parado de nevar hasta la hora de comer y, aunque las temperaturas han subido un poco y la nieve comienza a derretirse, la ciudad de Augsburg está cubierta por un manco blanco que inunda jardines, árboles, farolas, tejados e incluso terrazas que no comprendo por qué no han sido retiradas, porque con un par de grados bajo cero dudo que algún valiente se atreva a tomarse un cafelito al fresquito.

Augsburg, para ser sincero, me ha decepcionado un poco. La verdad es que esperaba más de una ciudad que es una de las más antiguas de Alemania, fundada como campamento romano pocos años antes del nacimiento de Cristo y que llegó a ser capital de la provincia transalpina de Retia en el siglo II. Luego, tras un lento pero continuo crecimiento durante la Edad Media, se convirtió en una de las ciudades más importantes de lo que hoy es Alemania durante el siglo XVI, cuando varias familias, entre las que destacaba los Függer, eran poseedoras de un amplio imperio bancario que sostenía económicamente a buena parte de Europa (entre ellos, a la monarquía hispánica bajo la soberanía de Carlos V). Dicho esplendor se ve reflejado en que en la ciudad se elaboró la confesión de Augsburg, cuando muchas ciudades alemanas abrazaron el protestantismo; o la paz de Augsburg, que acabó con las guerras de religión en Alemania a mitad del siglo XVI e hizo poner de rodillas al mismísimo emperador Carlos I de España y V de Alemania al aceptar la libertad de credo entre sus súbditos alemanes. También la ciudad sufrió uno de los asedios más cruentos de la guerra de los 30 años, en la primera mitad del siglo XVII, que acabó con tres cuartas partes de sus entonces 70.000 habitantes.

En fin, un bagaje cultural interesante que no se corresponde a lo que la ciudad muestra hoy en día. Se conservan algunos restos romanos, varias puertas y pequeños lienzos de la antigua muralla medieval, una catedral gótica construida en dos fases con dos estupendos campanarios románicos y algunas iglesias también de época medieval. También es cierto que existen edificios, como el Rathaus (ayuntamiento) y otros más de finales del XVI y principios del XVII de arquitectura barroca temprana que son una gozada, pero para de contar. La mayoría del casco antiguo está muy destartalado, salpicado de edificios grises contemporáneos que rompen la estética del lugar. Pocas calles conservan el encanto de ciudad antigua y las más son amplias avenidas o calles anchas atestadas de edificios de diferentes épocas, pero sin un patrón común que armonice el entorno. Y donde debería haber callejuelas añejas te encuentras edificios de viviendas que recuerdan más a una urbanización de extrarradio de cualquier ciudad. Me huelo que es bastante probable que los bombardeos aliados de finales de la Segunda Guertra Mundial tienen buena culpa de este despropósito urbanístico. Quizás me he llevado una impresión negativa porque me esperaba más, pero en el fondo hay partes con encanto, como el antiguo foso que rodea buena parte de la ciudad antigua, amplios bulevares llenos de árboles y muchos edificios nobles de finales del XIX y principios del XX de carácter señorial. Si a todo esto le unimos que lo he conocido bajo diez centímetros de nieve, la visita se ha hecho bastante agradable y exótica.

Rathaus (ayuntamiento), Augsburg

Perlach-turm en la Rathaus-platz, Augsburg
Dom (catedral), Augsburg

Dom, Augsburg

Dom y jardines, Augsburg

Iglesia de St. Jakob, Augsburg

Ulrichs-platz e iglesia de St. Ulrich, Augsburg
Moritz-platz, Augsburg

Gathaus, ejemplo de arquitectura barroca alemana, Augsburg

Monumento a Jakob Függer, Augsburg

Jakoberstrasse, Augsburg

Ejemplo típico de arquitectura barroca temprana alemana, Augsburg

Calle del centro, Augsburg

Calle del centro, Augsburg

Stadt-theater (teatro de la ciudad), Augsburg

Por otro lado, me gustaría escribir unas líneas sobre un edificio que me ha llamado la atención por su carácter e historia. Hablo del Függerei, un complejo de casas sociales fundado de manera desinteresada en el siglo XVI por los Függer y que es el más antiguo de Europa aún en uso hoy en día. Por un simbólico precio de 1€ una persona necesitada que acredite no tener recursos puede tener alojamiento durante un año completo en el complejo. Sin duda, una noble iniciativa para dar cobijo a personas sin techo, que convierte a Jakob Függer en uno de los primeros filántropos de carácter privado de la historia reciente. Ahora, eso sí, persona necesitada y católica, a los protestantes que los acoja Lutero. O el diablo, vaya. Que Jakob Függer era muy noble, pero muy católico también y, 500 años más tarde, los derechos de admisión de la época se han preservado intactos. Curioso.

Függerei, Augsburg

Y, como no podía ser de otra manera, no puedo dejar de poner algunas fotos sobre diferentes ejemplos de arquitectura militar. Como he comentado, no se conservan muchos restos, pero la estampa de varios lienzos de muralla con sus correspondientes fosos bajo la nieve y rodeados de árboles y jardines es espectular. No lo es menos la visión de algunas magníficas puertas fortificadas que todavía se yerguen impasibles, testigos de una dorada época pretérita.

Muralla bajomedieval, Augsburg

Torre bajomedieval, Augsburg

Antiguo foso y torreón bajomedieval al fondo, Augsburg
Jakobertor, Augsburg

Vogeltor, Augsburg
Wertach-bruckertor, Augsburg

Rotes Tor, Augsburg

Y nada, ahora a descansar mucho. Quizás un paseíto nocturno bien abrigado para estirar las piernas, pero poca cosa más porque mañana toca madrugar, ya que llevo a mis padres al aeropuerto de Memmingen que se vuelven para España. Pero el cuento no termina aquí, que sólo llevo un tercio del viaje completado, ¡así que suma y sigue!

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