¡Bonjour!
Aún me encuentro en Bordeaux, donde escribo estas líneas mientras termino de empaquetar mis pertenencias. Me hospedo en casa de Lili, una chica francesa profesora de inglés que me ha acogido con generosa hospitalidad, y además vive en el mismo centro de la ciudad. ¡Gracias Lili!
Bordeaux es hoy en dia una de las urbes más grandes y cosmopolitas de Francia, llena de gente de diversos países y culturas, y ese aroma se respira por los cuatro costados de la ciudad. La misma se asienta a orillas del río Garonne, muy ancho en este tramo de su curso, a unos pocos kilómetros del enorme estuario que forma su desembocadura en el océano Atlántico, y tampoco está muy lejos del mar. El terreno circundante es diverso, pues la margen izquierda del Garonne, junto al mar, es un terreno llano, mientras que en la margen derecha destacan suaves colinas de formación sedimentaria. No obstante, toda la región está repleta de viñas, que son las que producen el excelente vino de calidad tan característico de esta zona.
Bordeaux es una fundación romana, llamada Burdigala, que llegó a ser una de las ciudades más importantes de la Galia fruto de su posición estratégica entre los puertos hispanos y los del norte del Imperio. Sin embargo, la ciudad despegó realmente a partir de la Plena Edad Media, cuando se convierte en capital del Ducado de Aquitaine y en una gran urbe de comercio internacional. Luego, en la Baja Edad Media se convierte en un centro de operaciones inglés de primer orden en el transcurso de la Guerra de los Cien Años, aunque ello no impide que continue su esplendor. Sin embargo, el look and feel de la ciudad es posterior, de los siglos XVIII y XIX. En esta época se produce un despegue demográfico espectacular y una renovación urbanística sin precedentes según la moda arquitectónica de la época, ya que Bordeaux pasa a ser la ciudad mercantil por excelencia con las nuevas colonias francesas en América.
Es en el patrimonio arquitectónico religioso donde se puede intuir el esplendor que debió tener la ciudad medieval. Bordeaux posee una preciosa Catedral gótica de estilo francés que todavía preserva buena parte de la planta del antiguo templo románico, una abadía y una basílica románicas en transición al gótico preciosas y bastantes iglesias góticas y tardogóticas que no le van a la zaga. Me ha llamado la atención también el arte religioso barroco y neoclásico, que no escasea debido a que es contemporáneo al momento esplendor comercial de la ciudad a finales de época moderna. Otro detalle que me ha impactado es el hecho que en los dos mayores templos góticos de la ciudad, la Catedral de Saint-André y la iglesia de Saint-Michel, el campanario es una torre aislada situada a pocos metros del templo, pero de una altura impresionante. Dicen que lo construyeron así para que las vibraciones de las campanas no afectaran al resto de estructuras. Curioso, e impactante.
Aparte del patrimonio religioso, he podido disfrutar bastante contemplando otros bellos edificios construidos en diferentes momentos de la historia. Todavía se conservan algunos restos del antiguo anfiteatro romano, tan sólo una pequeña sección del mismo pero que da idea de la majestuosidad de la obra. Sin embargo, a nivel de arquitectura civil, lo más relevante son las construcciones de la segunda mitad del XVIII, realizadas en estilo neoclásico pero con un fuerte toque francés. Junto a ellas, también sobresalen otros grandes ejemplos del XIX, nada despreciables con respecto a los primeros. Son estos dos los que dan a la ciudad su toque inconfundible, hija del esplendor fruto de las relaciones comerciales americanas a finales de Época Moderna y principio de Época Contemporánea.
A nivel de arquitectura militar, poca cosa, pero muy notable. De la antigua cerca romana no se conserva absolutamente nada, y del perímetro amurallado medieval tan sólo un par de lienzos junto al actual Palacio de Justicia y en el barrio de Sainte-Croix. Sin embargo, todavía se pueden admirar un par de puertas defensivas y monumentales del siglo XV espectaculares, que dan idea de la importancia que tuvo la ciudad durante la Baja Edad Media. Sin palabras, las fotos hablan por sí solas. Por otro lado, allá donde hubo otras entradas y salidas de la cerca medieval, se abren hoy suntuosos arcos de triunfo, debido a las remodelaciones urbanísticas de carácter embellecedor sufridas durante el siglo XVIII.
Y para terminar, no me quiero ir sin hacer mención a Don Francisco de Goya, el genial pintor aragonés de finales del XVIII y principios del XIX, que fue a pasar los últimos años de su vida en Bordeaux y expiró en la misma. Junto a la puerta de entrada de la iglesia de Notre-Dame se alza una placa que recuerda que fue en esta iglesia donde se celebraron sus exequias fúnebres, así como una estatua conmemorativa. He querido realizar la foto de esta estatua de noche, entre luces y sombras, fiel reflejo de buena parte del estilo artístico de este pintor. Bonito homenaje de los franceses, por cierto.
Y ahora, por fin, camino de España. Después de 80 días de viaje, podré volver a dar los buenos días y las gracias sin tener que pensar por un momento en qué país estoy, o comunicarme en la lengua de Cervantes y que la gente me entienda ¡Au revoir, France!
Aún me encuentro en Bordeaux, donde escribo estas líneas mientras termino de empaquetar mis pertenencias. Me hospedo en casa de Lili, una chica francesa profesora de inglés que me ha acogido con generosa hospitalidad, y además vive en el mismo centro de la ciudad. ¡Gracias Lili!
Bordeaux es hoy en dia una de las urbes más grandes y cosmopolitas de Francia, llena de gente de diversos países y culturas, y ese aroma se respira por los cuatro costados de la ciudad. La misma se asienta a orillas del río Garonne, muy ancho en este tramo de su curso, a unos pocos kilómetros del enorme estuario que forma su desembocadura en el océano Atlántico, y tampoco está muy lejos del mar. El terreno circundante es diverso, pues la margen izquierda del Garonne, junto al mar, es un terreno llano, mientras que en la margen derecha destacan suaves colinas de formación sedimentaria. No obstante, toda la región está repleta de viñas, que son las que producen el excelente vino de calidad tan característico de esta zona.
Bordeaux es una fundación romana, llamada Burdigala, que llegó a ser una de las ciudades más importantes de la Galia fruto de su posición estratégica entre los puertos hispanos y los del norte del Imperio. Sin embargo, la ciudad despegó realmente a partir de la Plena Edad Media, cuando se convierte en capital del Ducado de Aquitaine y en una gran urbe de comercio internacional. Luego, en la Baja Edad Media se convierte en un centro de operaciones inglés de primer orden en el transcurso de la Guerra de los Cien Años, aunque ello no impide que continue su esplendor. Sin embargo, el look and feel de la ciudad es posterior, de los siglos XVIII y XIX. En esta época se produce un despegue demográfico espectacular y una renovación urbanística sin precedentes según la moda arquitectónica de la época, ya que Bordeaux pasa a ser la ciudad mercantil por excelencia con las nuevas colonias francesas en América.
Vista del centro desde el puente sobre el río Garonne, Bordeaux |
Río Garonne a su paso por la ciudad, Bordeaux |
Calle del centro, Bordeaux |
Paseo del muelle, Bordeaux |
Place de la Bourse, Bordeaux |
Esplanade Quinconces, Bordeaux |
Boulevard del centro, Bordeaux |
Avenida del centro, Bordeaux |
Calle comercial del centro, Bordeaux |
Calle del centro, Bordeaux |
Plaza del centro, Bordeaux |
Callejón del centro, Bordeaux |
Place Meynard, Bordeaux |
Place du Parlament, Bordeaux |
Place de la comédie y decoración navideña, Bordeaux |
Es en el patrimonio arquitectónico religioso donde se puede intuir el esplendor que debió tener la ciudad medieval. Bordeaux posee una preciosa Catedral gótica de estilo francés que todavía preserva buena parte de la planta del antiguo templo románico, una abadía y una basílica románicas en transición al gótico preciosas y bastantes iglesias góticas y tardogóticas que no le van a la zaga. Me ha llamado la atención también el arte religioso barroco y neoclásico, que no escasea debido a que es contemporáneo al momento esplendor comercial de la ciudad a finales de época moderna. Otro detalle que me ha impactado es el hecho que en los dos mayores templos góticos de la ciudad, la Catedral de Saint-André y la iglesia de Saint-Michel, el campanario es una torre aislada situada a pocos metros del templo, pero de una altura impresionante. Dicen que lo construyeron así para que las vibraciones de las campanas no afectaran al resto de estructuras. Curioso, e impactante.
Cathédrale de Saint-André, Bordeaux |
Cathédrale de Saint-André, Bordeaux |
Cathédrale de Saint-André, Bordeaux |
Campanario de la cathédrale de Saint-André, Bordeaux |
Saint-Seurin, Bordeaux |
Saint-Seurin, Bordeaux |
Sainte-Croix, vista anterior, Bordeaux |
Sainte-Croix, vista frontal, Bordeaux |
Sainte-Croix, detalle de la portada monumental, Bordeaux |
Saint-Michel, vista lateral, Bordeaux |
Saint-Michel, vista frontal, Bordeaux |
Campanario de Saint-Michel, Bordeaux |
Saint-Pierre, vista frontal, Bordeaux |
Notre-Dame, estilo barroco, Bordeaux |
Saint-Paul, estilo barroco, Bordeaux |
Aparte del patrimonio religioso, he podido disfrutar bastante contemplando otros bellos edificios construidos en diferentes momentos de la historia. Todavía se conservan algunos restos del antiguo anfiteatro romano, tan sólo una pequeña sección del mismo pero que da idea de la majestuosidad de la obra. Sin embargo, a nivel de arquitectura civil, lo más relevante son las construcciones de la segunda mitad del XVIII, realizadas en estilo neoclásico pero con un fuerte toque francés. Junto a ellas, también sobresalen otros grandes ejemplos del XIX, nada despreciables con respecto a los primeros. Son estos dos los que dan a la ciudad su toque inconfundible, hija del esplendor fruto de las relaciones comerciales americanas a finales de Época Moderna y principio de Época Contemporánea.
Palais Gallien, anfiteatro romano, Bordeaux |
Palais Gallien, anfiteatro romano, Bordeaux |
Palais Gallien, anfiteatro romano, Bordeaux |
Edificio de la Bourse frente al muelle, Bordeaux |
Teatro de la Ópera, Bordeaux |
Cour Mably, Bordeaux |
Marché des Grandes Hommes, Bordeaux |
Gare de Saint-Jean, Bordeaux |
Château Descas, Bordeaux |
Arquitectura civil francesa típica del XVIII, Bordeaux |
A nivel de arquitectura militar, poca cosa, pero muy notable. De la antigua cerca romana no se conserva absolutamente nada, y del perímetro amurallado medieval tan sólo un par de lienzos junto al actual Palacio de Justicia y en el barrio de Sainte-Croix. Sin embargo, todavía se pueden admirar un par de puertas defensivas y monumentales del siglo XV espectaculares, que dan idea de la importancia que tuvo la ciudad durante la Baja Edad Media. Sin palabras, las fotos hablan por sí solas. Por otro lado, allá donde hubo otras entradas y salidas de la cerca medieval, se abren hoy suntuosos arcos de triunfo, debido a las remodelaciones urbanísticas de carácter embellecedor sufridas durante el siglo XVIII.
Porte de Bourgogne, Bordeaux |
Porte Dijeaux, Bordeaux |
Porte d'Aquitaine, Bordeaux |
Porte Cailhau, siglo XV, Bordeaux |
Grosse Cloche, siglo XV, Bordeaux |
Lienzo de muralla medieval, siglo XIII, Bordeaux |
Lienzo de muralla y torreón medieval, siglo XIII, Bordeaux |
Lienzo de muralla en el barrio de Sainte-Croix, siglo XIII con añadidos de época moderna, Bordeaux |
Y para terminar, no me quiero ir sin hacer mención a Don Francisco de Goya, el genial pintor aragonés de finales del XVIII y principios del XIX, que fue a pasar los últimos años de su vida en Bordeaux y expiró en la misma. Junto a la puerta de entrada de la iglesia de Notre-Dame se alza una placa que recuerda que fue en esta iglesia donde se celebraron sus exequias fúnebres, así como una estatua conmemorativa. He querido realizar la foto de esta estatua de noche, entre luces y sombras, fiel reflejo de buena parte del estilo artístico de este pintor. Bonito homenaje de los franceses, por cierto.
Estatua de Goya, Bordeaux |
Y ahora, por fin, camino de España. Después de 80 días de viaje, podré volver a dar los buenos días y las gracias sin tener que pensar por un momento en qué país estoy, o comunicarme en la lengua de Cervantes y que la gente me entienda ¡Au revoir, France!
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