Sunday, November 18, 2012

Ryga, LV; Klaipeda, LT. Incursión en territorio letón.

¡Buenas tardes!

Ayer fue un día de esos en los que surgen cosas totalmente inesperadas. Todo comenzó antes de ayer por la noche, cuando tomando cervecitas en el Batman estábamos decidiendo que haríamos el sábado. Originalmente, nuestra idea era cruzar el brazo de mar que separa Klaipeda de la barra arenosa y hacer una escapada a Nida, un pueblo costero situado 50 kilómetros al sur y que dicen que es precioso. Sin embargo, los autobuses eran a las nueve de la mañana y a las cuatro de la tarde, y eso contando que previamente había que coger una especie de "vaporcito" para ir a la otra orilla... Total, que inviable por el madrugón e imposible coger el de las cuatro, que aquí a esa hora ya es casi de noche. Bueno, pues embarcamos el coche y vamos en transporte propio. Pero el precio era desorbitado, y encima había que pagar una especie de impuesto medioambiental, porque la barra arenosa frente a la costa báltica en la que se encuentra Nida es un inmenso parque natural. Así que nada, nuestro "gozo en un pozo". Entonces es cuando se me enciende la bombilla y le digo a la gente... ¿Pero y si vamos a Ryga, la capital de Letonia? Hay que aprovechar que el Pisuerga pasa por Valladolid, y el Guadalete el Puerto de Santa María. Y automáticamente mi amigo Javi Vicente y sus amigos y compañeros de residencia José, Ramón y Paula responden al unísono afirmativamente, aunque hubiera que madrugar mucho más que si hubiéramos ido a Nida. Dicho y hecho, pues. Viaje planificado unas horas antes del comienzo de la partida y entre cervezas, que es como surgen las buenas excursiones.

La verdad es que la idea era una locura, pero bueno, al final ha merecido ampliamente la pena porque Ryga es una ciudad preciosa, con un casco histórico patrimonio de la humanidad llena de edificios esbeltos de una estética báltica típica, aunque destaca su arquitectura del siglo XIX y, especialmente, aquellas edificaciones realizadas en estilo Art Noveau. A nivel histórico, como tantas otras urbes costeras de la región, fue fundada por alemanes durante la plena Edad Media en un intento por evangelizar y explotar económicamente estos territorios. Tras ser dominada por la Orden Teutónica y haber progresado bastante a nivel económico por su pertenencia a la Liga Hanseática, la ciudad pasó a ser dominio polaco, sueco y ruso, progresivamente. No sería hasta la finalización de la Primera Guerra Mundial cuando, tras la desintegración del Imperio Zarista, se fundara la República de Letonia con Ryga como capital. Sin embargo, luego fue anexionada al III Reich durante la Segunda Guerra Mundial y tras la misma pasó a ser dominada por la URSS, que la mantuvo hasta la definitiva independencía del país en la década de los 90 del pasado siglo.

Hoy en día, esta ciudad es la más grande de todos los estados bálticos, con una población que ronda el millón de habitantes, aunque no lo supera. A su vez, está bañada por el río Daugava, que fluye manso a su paso por la misma a pocos kilómetros de su desembocadura. Yo que creía que Klaipeda iba a ser el destino más lejano de mi viaje, el punto de inflexión tras el cual volvería lentamente hacia Cádiz. Qué va, me equivocaba. Para qué hacer planes. Ahora la palma se la lleva Ryga (56°58′″N 24°08′″E).

Calle del casco histórico, Ryga

Casas típicas, Ryga

Calle del casco histórico y bandera letona, Ryga

Plaza del casco histórico, Ryga

Edificio neogótico, Ryga

Calle principal comercial del casco histórico, Ryga

Plaza del casco histórico, Ryga

Plaza del casco histórico, Ryga

Calle del casco histórico, Ryga

Calle del casco histórico, Ryga

Campanerio de la igleisa luterana de San Pedro, Ryga

Iglesia gótica, Ryga

Ayuntamiento de la ciudad, Ryga

Antiguo ayuntamiento medieval, siglo XIV, Ryga

Plaza del antiguo ayuntamiento e iglesia de San Pedro, Ryga

Campanario de la catedral gótica luterana, Ryga

Catedral gótica luterana, Ryga

Campaneario de la catedral gótica católica, Ryga

Torre de las antiguas murallas medievales, Ryga

Castillo de la ciudad, actual residencia presidencial, Ryga

Castillo de la ciudad, actual residencia presidencial

También tuvimos tiempo para salir del antiguo perímetro de la ciudad vieja y dar un paseo por los alrededores. Y la verdad es que fue reconfortante, pues Ryga posee un ensanche enorme fruto del crecimiento demográfico y económico tras la Revolución Industrial, que hoy es el centro de facto de la ciudad. Este ensanche está surcado de calles comerciales, edificios administrativos y otros de diversa índole, pero nunca sin faltar a la estética báltica del lugar.

Canal que cruza un parquecito, Ryga

Casas típicas de finales del XIX o principios del XX del centro, Ryga

Avenida del centro, Ryga

Zonas verdes en el centro, Ryga

Museo nacional de Letonia, Ryga

Catedral ortodoxa, Ryga

Calle comercial principal del centro, Ryga

Iglesia neogótica, del centro, Ryga

Monumento a la libertad, justo donde se juntan el centro y el casco histórico, Ryga

Ópera, Ryga

Mercado central y canal, Ryga

Y, para terminar, un par de vistas del río Daugava a su paso por la ciudad, junto con algunos de los grandes puentes que lo cruzan. Sólo de ver las fotos y recordar el frío que pasé ayer me entran escalofríos. Unos tres grados sobre cero, nublado y con algo de niebla, pero sobre todo con un viento marino gélido que hacía bajar la sensación térmica bastantes grados. Si esto ocurre en noviembre, no me quiero ni imaginar como será la cosa en pleno invierno, cuando el río Daugava se hiela por completo. ¡Qué miedo!

Río Daugava, Ryga

Río Daugava, Ryga

Como anécdota, he de resaltar que ayer me realizaron el primer control de alcoholemia de mi vida, y además envuelto en una historia graciosa. Resulta que voy camino de Letonia a primera hora de la mañana, por una carretera nacional cerca de Šiauliai pero sin haber cruzado la frontera letona todavía. En Lituania por las nacionales el límite máximo es 90 km/h, pero hay tramos, cuando hay intersecciones, que el límite baja a 70 km/h. Límites difíciles de respetar porque como el país es tan llano, hay rectas de decenas de kilómetros, y un sábado a las 9 de la mañana ya os podeis imaginar la cantidad de tráfico que había por una carretera perdida en mitad de Lituania. Además, en este país existen radares, pero te los indican con un cartel unos 500 metros antes del aparato, con lo cual te da tiempo a reducir sin problemas y que no te cacen. Pero claro, con lo que yo no contaba era con que también había controles móviles de velocidad. Así que nada, yo tan tranquilo hasta que de la nada surge un policía al que por poco atropello en mitad de la carretera y me da el alto. Documentación, por favor. Papeles. Menos mal que el policía hablaba inglés medio bien. Sabe usted que el límite era 70 km/h (en una intersección de esas) y usted iba a 112 km/h. Y yo pensando ya está, me crujen. Voy a más del 50% del límite, éste me va a crucificar. No habrá bebido usted. Bueno, una cervecita, pero anoche, hace ya 8 horas (era verdad). Venga usted por aquí, que le voy a realizar un control de alcoholemia. Soplo, y nada, 0,0%. Yo contento, el policía igual de serio. A ver, sabe usted que le tengo que multar, esto no puede quedar así. Mire usted, no me había dado cuenta de la señal de 70, se lo prometo. Y sí, iba un poco rapidito, me habré despitado. A ver, papeles. Se pone a leer los papeles. ¡Ah, pero si es usted español! Va y mira la matrícula del coche y no se cree lo que está viendo. ¿Desde España hasta aquí en coche? Sí, mire usted, estoy viajando y vengo a ver unos amigos a Klaipeda, y hoy vamos a echar el día a Riga. Y él me mira con cara de asombro, y me cuenta. Yo estuve en Marbella hace 3 semanas, y me encanta España. De hecho, he estado 4 veces allí. ¿Tú de dónde eres? Total, me quedo 10 minutos hablando con el policía de España, de las tortillas de patatas, del sol y de que debe volver a España siempre que pueda que en Lituania llueve y hace mucho frío. Y el policía asintiéndome. Y al final, me dice, venga que sea la última vez. Anda y tira para Riga y no corras. No señor, no volverá a pasar. Viso garo, viso garo (hasta luego, en lituano). Así que nada, continuo mi camino, pero sin pisarle como antes. Buen recuerdo me llevo de este viaje, un buen susto y mi primer control de alcoholemia. Y sobre todo una buena moraleja, que viva España.

Al acabar la jornada turística, tres horas y media en coche de vuelta camino de Klaipeda. Lituania, home sweet home. Tiempo justo para tomar una ducha, cenar algo y prepararse para irse de marcha, que era mi último sábado en la ciudad y no se podía desaprovechar. Un último esfuerzo, pero gratificante. Menos mal que hoy es domingo y lo tengo entero para descansar, que mañana volverá a ser un día duro, pues me embarco a mediodía para Alemania y el viaje durará unas 24 horas.

¡Feliz domingo!

4 comments:

  1. Enacantados de haber realizado esta locura de viaje contigo!!

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  2. Hola Juanjo!! Soy Copper, compañero de Adrián, de Bologna!
    Al igual que tu, como gran aficionado al turismo quería recomendarte Tallin!! Estuve el año pasasdo y es muy bonito, una ciudad con mucha historia tipo Ryga. Aunque veo que no pasarás por ahí (bastante dificil que Tallin te pille de paso jeje) Pero bueno por si no tenías referencias quería comentártelo. Muchas suerte en tu viaje y sigue disfrutando!

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  3. Gracias por tu recomendación, Copper!

    La pena es que ya he vuelto de Lituania y Letonia y ahora estoy en Alemania, pero no te preocupes que me la guardo para el futuro, seguro que es una ciudad estupenda :)

    Un abrazo y a pasarlo bien por ahí en Bologna!

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