Tuesday, November 6, 2012

Oświęcim, Kraków, PL. Penetrando en lo más recóndito de la perversión humana.

Hoy ha sido, con diferencia, el día más triste y desagradable en lo que llevo de viaje y, con muchas posibilidades de no equivocarme, de lo que queda de él, ya que esta mañana he visitado el principal museo y atractivo turístico de la ciudad polaca de Oświęcim. Quizá este nombre no os diga nada, pero si hablo del apelativo que los alemanes dieron al mismo, Auschwitz, entonces la cosa cambia.

Auschwitz fue, con diferencia, el mayor campo de concentración y exterminio que los nazis crearon en Europa durante la Segunda Guerra Mundial. Se encuentra a unos 50 km al oeste de la ciudad de Kraków, y por él se cree que pasaron y murieron aproximadamente 1,3 millones de personas entre los años 1941 y 1945. Casi nada. Un lugar pintoresco y nada apetecible para visitar, pero parada obligatoria y, desde mi punto de vista, necesaria. En sitios como éste es donde uno descubre lo verdaderamente oscura que puede llegar a ser la personalidad humana. Prisioneros políticos, de guerra, gitanos, homesexuales, testigos de Jehová y principalmente judíos que se encontraban dentro de los territorio del III Reich o de alguna de sus zonas ocupadas lo sufrieron en sus propias carnes. Muchos, los más débiles (mujeres, ancianos, niños, tullidos, u hombres de mal aspecto), eran enviados a las cámaras de gas directamente. Los que corrían mejor suerte (o peor, según se mire), eran condenados a trabajos forzados hasta que morían de hambre, frío, inanición, agotamiento o de un disparo en la cabeza si el oficial de turno de las SS encargado de su custodia le venía en gana. Si ha existido algún lugar en la Tierra que se pudiera parecer al infierno, sin lugar a dudas este sitio es Auschwitz. Millones llegaron. Sólo un puñado sobrevivió.

Es imposible visitar el campo y no sentir pena y abatimiento. Sobre todo cuando puedes contemplar restos de las maletas de los que llegaban, sus ropas, sus zapatos, los juguetes de los niños o incluso sus enseres de afeitar y de peinado. Todo era decomisado al llegar y sus dueños jamás volvían a saber de sus pertenencias. También se conservan los cabellos de las mujeres, que les eran cortados tras ser gaseadas y enviados a fábricas para realizar telas de diverso tipo. No menos abominable es el hecho de que los dientes de oro eran retirados post-mortem y con ellos se fabricaban lingotes de oro. Dantesco. Por no hablar de los experimientos que los médicos del Reich realizaron sobre los prisioneros, ya estuvieran muertos o vivos. Les daba igual. Todavía se conservan los lugares donde éstos se practicaban. Paro de describir, porque se me saltan las lágrimas. Yo no soy una persona dada a sentimentalismos, pero me ha resultado imposible que no se me enrojecieran los ojos al pasear por los barracones y adentrarme en ellos. Muchos sentimientos a flor de piel, así que no me quiero ni imaginar cómo lo deben pasar muchos de los turistas que frecuentan el campo, con familiares que perecieron en el lugar. Más que morir, sufrir lo indecible, que es peor. La barbarie humana.

Intentaré ser objetivo a la hora de describir el complejo. Porque Auschwitz está formado por tres campos de concentración principales y un alto conjunto de secundarios, necesarios para dar cabida a todos los prisioneros que pasaron por sus dependencias, llegados de todos los rincones de Europa.  De estos tres se pueden visitar dos, pero sirve para hacerse una idea clara del conjunto. Ya es bastante.

Auschwitz I es el primero de ellos, y el más antiguo. Fue creado casi al principio de la guerra para dar cabida a los prisioneros, sobre todo políticos o de guerra, que hacinaban las cárceles de la región, la alta Silesia. Sin embargo, tras la decisión nazi de practicar la "Solución Final", es decir, la extinción total de la raza judía, fue adaptado y ampliado para convertirse en un lugar de exterminio masivo.

"El trabajo os hará libre", lema en la puerta de entrada al campo, Auschwitz I

Barracones, Auschwitz I


Plaza principal del campo, donde formaban los prisioneros, Auschwitz I

Calle y barracones, Auschwitz I

Verja y torre de vigilancia en los límites del campo, Auschwitz I

Verja en los límites del campo, Auschwitz I

Paredón de fusilamiento, Auschwitz I

Horca donde colgaron a Rudolf Höss (comandante nazi del campo) tras su sentencia a muerte una vez acabada la guerra, Auschwitz I

Complejo de gas-cremación más antiguo del campo, Auschwitz I

Cámara de gas, Auschwitz I

Horno de incineración de cadáveres, Auschwitz I

Pero esto no es lo peor. No lejos de Auschwitz I, a unos tres kilómetros, se encuentra Auschwitz II, que fue creado alrededor de 1942 para ampliar el anterior. Si Auschwitz I era sobre todo un centro de trabajos forzados, Auschwitz II fue el lugar donde se llevaba a cabo la mayor parte del exterminio. Kilómetros cuadrados de calles con decenas de barracones a donde llegaban los trenes cargados con judíos de toda Europa, que eran descargados como animales y transportados a las cámaras de gas. Era tal la cantidad de cadáveres producidos que los nazis tuvieron que instalar unos altos hornos especiales para dar soporte a la ingente masacre. Casi al acabar la guerra, cuando el avance soviético era imparable por el este, los nazis quisieron borrar su "hazaña" y destruyeron o inhabilitaron la mayor parte del campo, por este motivo muchos barracones, cámaras de gas y crematorios se encuentran en ruinas. Pero no lo consiguieron, pues la llama del recuerdo arde más viva que nunca. Conoce tu pasado para no volver a repetir los errores en el futuro. Ojalá sea así y no exista en el devenir de los tiempos otro sitio como éste.

Entrada al campo, Auschwitz II

Barracones y torre de vigilancia, Auschwitz II

Entrada a un sector de los barracones, Auschwitz II

Barracones, Auschwitz II

Verja y torre de vigilancia en los límites del campo, Auschwitz II

Interior de un barracón, Auschwitz II

Interior de un lavadero, Auschwitz II

Vía que conduce a los complejos de exterminio III y IV, donde mandaban a las mujeres y niños recién llegados, Auschwitz II

Restos del complejo de exterminio II, Auschwitz II

Restos de la cámara subterránea donde los prisioneros se desnudaban, Auschwitz II

Restos de la cámara de gas, Auschwitz II

Restos de los crematorios de cadáveres, Auschwitz II

Como se puede observar en varias fotografías, muchos lugares del campo están llenos de flores, velas y otros elementos de recuerdo instalados por improvisados visitantes o familiares de fallecidos. En Auschwitz II se encuentra también un monumento instalado tras la guerra en recuerdo al Holocausto, con placas en hebreo y todas las lenguas habladas por los judíos de Europa a lo largo de la historia. De todas me ha llamado la atención una, escrita, como no podía ser de otra manera, en sefardí, una especie de castellano antiguo usado por los judíos peninsulares durante la Edad Media y que, aunque de manera residual, ha llegado hasta nuestros días.

Placa de recuerdo en sefardí, Auschwitz II

Monumento a las víctimas del holocausto, Auschwitz II

Otro hecho que me ha llamado la atención es la gran cantidad de escolares que visitan el campo, pero no menos impactante es que, a bote pronto, la mitad de dichos escolares son israelíes. Israelíes de Israel, quiero decir, que se pegan el viaje hasta Polonia para visitar el campo donde fueron masacrados muchos de sus antepasados. La mayoría son adolescentes, visten ropajes blancos y enarbolan banderas de israel, y van acompañados por sus maestros. Bonito gesto. Mejor recordar que olvidar, siempre.

Escolares israelíes de visita, Auschwitz II

Tras la visita a Auschwitz, una horita más de coche y llegada a la ciudad de Kraków, donde me tomo un cafelito a la espera de encontrarme con mi couch hoster en unos minutos. Una cervecita para entrar en calor y olvidar las penas del día es una opción nada descartable.

Feliz tarde.

3 comments:

  1. Te sigo cada día eh Juanjo!! ya veo que vas a buen ritmo hacia Lituania!

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