¡Buenos días!
Ayer llegué a Dresden, una ciudad que se encuentra al este de Alemania, relativamente cerca de las fronteras de la República Checa y Polonia. Esta ciudad se encuentra en lo que era la RDA, es decir, la antigua República Democrática de Alemania, situada por tanto bajo órbita comunista tras la Segunda Guerra mundial hasta la reunificación del país en los años 89-90. Este hecho le confiere un carácter especial, ya que quedan barrios completos y multitud edificios que todavía preservan la estética típica de la ciudades soviéticas, lo cual le da un aire mitad decadente mitad bohemio que desde mi punto de vista resulta muy interesante.
Dresden, a su vez, es una ciudad que posee un casco histórico precioso, y está situada en el cauce medio del Río Elba, uno de los más caudalosos y largos de Alemania. El río Elba divide la ciudad en dos partes, la llamada ciudad antigua (Altstadt) y la ciudad nueva (Neustadt). Estos dos grandes distritos cuentan con muchísimos barrios que se extienden más allá de la vega del río, integrándose en las colinas circundantes que a su vez están pobladas por frondosos bosques caducifolios.
Ayer el clima era lluvioso, pero hoy ha salido el sol y, aunque se alterna con nubes que surcan el firmamento, la temperatura ronda los 8-9 grados, lo que aquí es un tiempo prácticamente primaveral. Comparado con los cinco bajo cero con los que me recibió el sur de Alemania hace justamente una semana, esto me parece el paraíso.
Históricamente, Dresden ha sido la capital del ducado y luego reino de Sajonia, que se mantuvo independiente hasta prácticamente la unificación de Alemania en la segunda mitad del siglo XIX. La ciudad vivió un período de enorme esplendor durante los siglos XVIII y XIX, cuyos monarcas llevaron a cabo un programa de renovación urbanística brutal según los cánones de la época, llenando la ciudad de palacios, iglesias y edificios monumentales de estilo barroco, rococó y neoclásico. Es tal la cantidad de edificaciones monumentales y la calidad de su fábrica que la ciudad recibió el sobrenombre de Florenzelb (La Florencia del Elba), apelativo que no le queda nada corto. La pena es que Dresden sufrió uno de los bombardeos más masivos de la historia durante la Segunda Guerra Mundial, destruyéndose más del 90% de la ciudad y muriendo decenas de miles de personas. Con lo cual la urbe no quedó arrasada, si no lo siguiente. Luego, cuarenta y pico años de desidia arquitectónica soviética terminaron por empatar la jugada. Sin embargo, cabe destacar que el gobierno alemán, tras la reunificación, ha llevado a cabo un intenso programa para tratar de reconstruir los monumentos más significativos, con un resultado que se me antoja espectacular. El daño es irreparable, pero al menos estas reconstrucciones permiten respirar parte de la antigua esencia urbana.
Si la mayoría de monumentos se encuentran en el Altstadt, el distrito opuesto Neustadt se caracteriza por ser el motor de la ciudad. Además, es una zona que está plagada de resturantes, bares, pubs y multitud de locales nocturnos donde por otro lado se organizan bastantes eventos culturales. Dresden cuenta a su vez con una inmensa población estudiantil, que hace vida principalmente en este distrito. La estética me recuerda un poco a Granada o Bologna, un lugar repleto de gente joven, dinámica y con un cierto aire bohemio-hipposo. Un lugar ideal para perderse en la noche.
Personalmente, he tenido ocasión de disfrutar un poco la vida noctura de este distrito, y me ha impresionado. En la ciudad me quedo en casa de Anne, situada en esta zona. Anne es una estudiante oriunda de la vecina ciudad de Chemnitz que se prepara para ser maestra especializada de literatura e historia, y es una chica muy simpática y entretenida. Ayer me llevó a dar una vuelta por algunos baretos de la zona, tomamos cervezas con sus amigas e incluso entramos en un pub donde había un concierto de dos cantautores ingleses que sonaba genial. Total, cuando vine a darme cuenta estaba charlando distendidamente en un grupo formado por siete rubias. Bueno, no, miento; también había una morena. Castaña clara, diría yo. Da igual. Lo interesante es la genética del personal, predominando el pelo claro y los ojos azules, en una proporción que no deja de sorprenderme. Vaya tela, igualito que en Andalucía. Mejor cambio de tema, que me pierdo. Esta noche hemos sido invitados al housewarming party (fiesta de inaguración de piso) de nuestros vecinos, estudiantes también. Interesante. ¡De este modo es imposible aburrirse!
Para finalizar, un tema que me explicaron ayer y que he encontrado, cuanto menos, curioso. Al igual que en España, yo creía que el día 1 de noviembre era festivo en toda Alemania. Porque en Nürnberg era fiesta. ¿Pero en toda Alemania? ¡No! Resulta que esta región, Sajonia, posee una elevada proporción de luteranos con respecto a católicos (que predominan en Baviera, por ejemplo), y ello determina las festividades religiosas. Así que en lugar de celebrar el día de Todos los Santos, celebran fiesta el día anterior, el 31 de octubre, aniversario de la publicación de las 95 tesis de Wittenberg por Martín Lutero, lo que dio origen al protestantismo. Si es que los principios son los principios, y hay que ir con ellos a muerte. Yo siempre he dicho que si fuera cristiano sería luterano. O calvinista. Con lo que a mí me gusta protestar, dar la vara y llevar la contraria me sentiría como pez en el agua. Pero no es el caso. En fin.
Si todo va bien, mañana a esta hora ya habré dejado Alemania e internado en Polonia. ¡Un saludo!
Ayer llegué a Dresden, una ciudad que se encuentra al este de Alemania, relativamente cerca de las fronteras de la República Checa y Polonia. Esta ciudad se encuentra en lo que era la RDA, es decir, la antigua República Democrática de Alemania, situada por tanto bajo órbita comunista tras la Segunda Guerra mundial hasta la reunificación del país en los años 89-90. Este hecho le confiere un carácter especial, ya que quedan barrios completos y multitud edificios que todavía preservan la estética típica de la ciudades soviéticas, lo cual le da un aire mitad decadente mitad bohemio que desde mi punto de vista resulta muy interesante.
Dresden, a su vez, es una ciudad que posee un casco histórico precioso, y está situada en el cauce medio del Río Elba, uno de los más caudalosos y largos de Alemania. El río Elba divide la ciudad en dos partes, la llamada ciudad antigua (Altstadt) y la ciudad nueva (Neustadt). Estos dos grandes distritos cuentan con muchísimos barrios que se extienden más allá de la vega del río, integrándose en las colinas circundantes que a su vez están pobladas por frondosos bosques caducifolios.
Ayer el clima era lluvioso, pero hoy ha salido el sol y, aunque se alterna con nubes que surcan el firmamento, la temperatura ronda los 8-9 grados, lo que aquí es un tiempo prácticamente primaveral. Comparado con los cinco bajo cero con los que me recibió el sur de Alemania hace justamente una semana, esto me parece el paraíso.
Panorámica, con el Altstadt (ciudad vieja) a la izquierda y el Neustadt (ciudad nueva) a la derecha, Dresden |
Río Elba y algunos edificios monumentales del Altstadt (ciudad vieja), Dresden |
Históricamente, Dresden ha sido la capital del ducado y luego reino de Sajonia, que se mantuvo independiente hasta prácticamente la unificación de Alemania en la segunda mitad del siglo XIX. La ciudad vivió un período de enorme esplendor durante los siglos XVIII y XIX, cuyos monarcas llevaron a cabo un programa de renovación urbanística brutal según los cánones de la época, llenando la ciudad de palacios, iglesias y edificios monumentales de estilo barroco, rococó y neoclásico. Es tal la cantidad de edificaciones monumentales y la calidad de su fábrica que la ciudad recibió el sobrenombre de Florenzelb (La Florencia del Elba), apelativo que no le queda nada corto. La pena es que Dresden sufrió uno de los bombardeos más masivos de la historia durante la Segunda Guerra Mundial, destruyéndose más del 90% de la ciudad y muriendo decenas de miles de personas. Con lo cual la urbe no quedó arrasada, si no lo siguiente. Luego, cuarenta y pico años de desidia arquitectónica soviética terminaron por empatar la jugada. Sin embargo, cabe destacar que el gobierno alemán, tras la reunificación, ha llevado a cabo un intenso programa para tratar de reconstruir los monumentos más significativos, con un resultado que se me antoja espectacular. El daño es irreparable, pero al menos estas reconstrucciones permiten respirar parte de la antigua esencia urbana.
Theaterplatz y vista lateral del Hofkirche, Dresden |
Theaterplatz y Ópera, Dresden |
Grünes Gewölbe, Dresden |
Zwinger, Dresden |
Jardines del Zwinger, Dresden |
Frauenkirche, Dresden |
Hofkirche, Dresden |
Plaza frente al río, Dresden |
Albertinum, Dresden |
Calle del Altstadt, Dresden |
Plaza Altmarkt, Dresden |
Plaza Neumarkt, Dresden |
Fürstenzug, desfile de los príncipes de la ciudad, Dresden |
Si la mayoría de monumentos se encuentran en el Altstadt, el distrito opuesto Neustadt se caracteriza por ser el motor de la ciudad. Además, es una zona que está plagada de resturantes, bares, pubs y multitud de locales nocturnos donde por otro lado se organizan bastantes eventos culturales. Dresden cuenta a su vez con una inmensa población estudiantil, que hace vida principalmente en este distrito. La estética me recuerda un poco a Granada o Bologna, un lugar repleto de gente joven, dinámica y con un cierto aire bohemio-hipposo. Un lugar ideal para perderse en la noche.
Personalmente, he tenido ocasión de disfrutar un poco la vida noctura de este distrito, y me ha impresionado. En la ciudad me quedo en casa de Anne, situada en esta zona. Anne es una estudiante oriunda de la vecina ciudad de Chemnitz que se prepara para ser maestra especializada de literatura e historia, y es una chica muy simpática y entretenida. Ayer me llevó a dar una vuelta por algunos baretos de la zona, tomamos cervezas con sus amigas e incluso entramos en un pub donde había un concierto de dos cantautores ingleses que sonaba genial. Total, cuando vine a darme cuenta estaba charlando distendidamente en un grupo formado por siete rubias. Bueno, no, miento; también había una morena. Castaña clara, diría yo. Da igual. Lo interesante es la genética del personal, predominando el pelo claro y los ojos azules, en una proporción que no deja de sorprenderme. Vaya tela, igualito que en Andalucía. Mejor cambio de tema, que me pierdo. Esta noche hemos sido invitados al housewarming party (fiesta de inaguración de piso) de nuestros vecinos, estudiantes también. Interesante. ¡De este modo es imposible aburrirse!
Albertplatz, Dresden |
Auenstrasse, corazón de la vida noctura de la ciudad, Dresden |
Local típico festivo-cultural, Dresden |
Palacios a orillas del río, Dresden |
Para finalizar, un tema que me explicaron ayer y que he encontrado, cuanto menos, curioso. Al igual que en España, yo creía que el día 1 de noviembre era festivo en toda Alemania. Porque en Nürnberg era fiesta. ¿Pero en toda Alemania? ¡No! Resulta que esta región, Sajonia, posee una elevada proporción de luteranos con respecto a católicos (que predominan en Baviera, por ejemplo), y ello determina las festividades religiosas. Así que en lugar de celebrar el día de Todos los Santos, celebran fiesta el día anterior, el 31 de octubre, aniversario de la publicación de las 95 tesis de Wittenberg por Martín Lutero, lo que dio origen al protestantismo. Si es que los principios son los principios, y hay que ir con ellos a muerte. Yo siempre he dicho que si fuera cristiano sería luterano. O calvinista. Con lo que a mí me gusta protestar, dar la vara y llevar la contraria me sentiría como pez en el agua. Pero no es el caso. En fin.
Estatua de Martín Lutero en el Neumarkt, con la Frauenkirche al fondo, Dresden |
Si todo va bien, mañana a esta hora ya habré dejado Alemania e internado en Polonia. ¡Un saludo!
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